lunes, 21 de noviembre de 2011

Setenil en el Suspiro del Moro

Transcurre la escena en alguno de los salones de la Alhambra. Hacén, el sultán nazarí, departe con el visir Venegas y con su favorita Zoraya, la antigua cristiana renegada bautizada al nacer como Isabel de Solís.
Pocos días antes, la florinata del ejército granadino ha caído en la batalla de Lopera ante las tropas cristianas y Zahara, aquel castillo fronterizo con el que empezó la guerra, ha vuelto a manos de los Reyes Católicos.
En el palacio nazarí sólo hay lugar para ayes y lamentos de desesperación;

"...Tienes razón Hacem, ¿Quién puede contar nuestras desgracias? Doce mil infantes y seis mil caballos se han reunido en Antequera, para emprender la más asoladora tala que han visto los siglos. No han quedado en Coín, en Almegía, en Cártama, ni las raíces de un árbol por los campos, ni la piedra de una quinta por las ruzafas. Los cielos claros de las malagueñas costas se han oscurecido al espeso humo; y las pobres madres moras han gritado, al ver arruinadas y hechas cenizas las viviendas de sus hijos, como gritan las gaviotas cuando se lleva el huracán sus nidos. Cuarenta días de terrible desolación y exterminio han dejado como un desierto de África los edenes más viciosos y más bello de Andalucía. Aquella incomparable Álora, engarzada como brillante regio en áureas colinas, a cuyos pies los palmerales y los naranjales se dilatan, han caído en manos cristianas. Los pesadísimos cañones han acertado a subir donde solamente llegan las nubes, y desde allí, han puesto en aprieto a Setenil, a la inexpugnable Setenil, de quien dijeran los poetas que solamente podían llevársela en sus garras las águilas".
Este es el argumento del Suspiro del Moro, un relato de estilo romántico dedicado a las leyendas, tradiciones e historias referentes a la conquista de Granada, escrito por Don Emilio Castelar, político y escritor andaluz que llegó a ser presidente en la I República.
La verdad es que hoy día resulta un poco pesado leer esta prosa recargada de expresiones rebuscadas donde los protagonistas se pierden en divagaciones interminables, pero resulta interesante echarle un vistazo a estos cuentecillos basados en antiguos romances y leyendas. Como es habitual, Setenil aparece como prototipo de atalaya escarpada e inexpugnable, de lugar inaccesible, sólo al alcance de las águilas, quizás una de las imágenes con las que nuestro pueblo a pasado a la posteridad.
Sobre la batalla de Lopera tenemos una breve referencia en el manual de los hermanos De Las Cuevas, que sacan la información de La Historia de los Reyes Católicos don Fernando y Doña Isabel , de Bernáldez, ese cura de Los Palacios que ya conocemos de otras entradas y donde por cierto, el alcaide de Setenil y los suyos sufren una aparatosa historia cuyas visicitudes dejaremos para otra ocasión... Merece la pena.
¡Salud amigos! en este tardío pero lluvioso otoño.

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