jueves, 3 de noviembre de 2011

Asunto de lindes: El pleito del chopo Martel

Asistí hace años a una disputa, verbal gracias a Dios, por cuestiones de lindes. El asunto estaba en que uno de los propietarios trataba de colocar una valla en su finca con la consiguiente invasión de las tierras del vecino, a juicio de este último. Cada uno de los interesados exponía razones desde sus cuarteles con la azada apoyada en tierra, aunque tensa y alerta por si era menester esgrimirla como arma arrojadiza. La principal discrepancia estaba en unos almendros, que el propietario que quería vallar la finca decían que eran suyos, que los plantó su abuelo, mientras el otro decía que si no estaba viendo la antigua cerca de piedra, que los almendros estaban dentro, y además, ¡que abuelo ni ocho cuartos! que él estaba presente cuando su padre los plantó, y que si no hubieran sido tan espabilados con el arado, la pared de piedra aún estaría en su sitio y no habría ningún problema.
Al final, el asunto quedó en nada. El propietario de abajo rehusó colocar la valla, el otro volvió satisfecho a su casa, los almendros siguen en su sitio, justo en medio de las dos fincas y yo sin saber quien los plantó, si el abuelo de uno o el padre del otro.
Problemas de lindes, un muro de piedra derruido por la riada o el desuso, un tractor que fagocita año a año un palmo más de tierra del vecino, querellas familiares, pleitos, papeles en los juzgados, insultos y disputas de por vida, un soletazo en el mejor de los casos.
Ojeando el siempre recurrente manual de los hermanos de las Cuevas, nos encontramos con una interesante noticia extraída de los archivos municipales de Setenil y otros papeles en manos particulares:
"Los testamentos, que hemos curioseado de esta época, de señores y caballeros ilustres, están llenos de dignidad y las discusiones o las pesadumbres son siempre sobre trozos o suertes de tierra...pleitos de todas clases, posesiones indebidas. Se discute hasta sobre un árbol. Empieza el peso del aburrimiento en los pueblos".
Se refieren estas palabras al conocido como pleito del chopo Martel, un asunto jurídico que allá por el primer cuarto del XVIII, querelló a Salvador Ramírez con Pedro Montero Santisteban y Martel.
Todo empezó cuando Don Salvador, que tenía una viña en el pago de Ciciones, en el término de Setenil, corta un chopo y trata de mover de madre el cauce de un arroyo que hace de linde. Don Pedro, acusa al vecino de invadir su viña y cortar un árbol que era de su propiedad. El pleito estaba servido.
Don Salvador, que se ve que es hombre de buenas influencias, alega con documentos, que heredó la viña de su tío Don Gabriel de Quixada, que la compró a su vez en 1658; Siete aranzadas de tierra con una pared de piedra que daban a una fuente donde se criaban los chopos.
Por su parte, Don Salvador expone que compro lo suyo en 1725, lo plantó de viñas y que su hermano se encargó de arar y talar el chopo en cuestión.
No se nos escapa un cierto origen diferente en los litigantes. Don Pedro, viejo hacendado de origen hidalgo, y Don Salvador, rico, intrépido y emergente labrador con hambre de tierras.
El pleito cuenta con los testimonios del mismísimo alcalde de Ronda y el cura de Grazalema (¡con la Iglesia hemos topado!), así como con los trabajadores de las viñas: Bartolomé de Arriaga, Juan Aguilera, Agustín Laurencio, Joseph de Ávila y Cristóbal Guijarro. Así mismo, se usa como prueba, una acuarela de la chopaleda, la fuente coloreada en azul y la pared y el vallado en un llamativo violeta, pintura que hasta no hace mucho se conservaba en algunos documentos familiares.
Así lo cuentan los Hermanos de las Cuevas en su monografía:
"Se publica la historia del pleito, impresa y todo, por Don Pedro en 18 folios. En estas páginas se barajan roda clase de citas pseudo jurídicas e incluso las deliciosas definiciones de Covarrubias en el Tesoro de la Lengua Castellana de Acequia y Ria. Don Pedro, que no es hombre de páseme usted el río, llega a pedir para los calumniadores la pena del Talión, ya que don Salvador, que tampoco debe ser manco, ha llevado testigos falsos, y para el pintor Don Luis Díez, un severo castigo, algo así como ordenarle que se merendase los pinceles. Don Pedro recuerda, para fortalecer sus consideraciones, que a los testigos falsos de la antigüedad se les despeñaba de lo alto de la roca Tarpeya. Don Pedro debe pensar que a los testigos falsos de Don Salvador, no les vendría mal un empujoncito por el tajo Lizón".
Sin documentos originales que puedan ser consultados, nos quedamos sin saber quién ganó el pleito, sin Don Salvador que se metió en las lindes de su vecino y le cortó el Chopo, o Don Pedro, que tan buenas amistades tenía y que con tan correctas maneras jurídicas trata de desmontar los argumentos de su oponente. Me imagino yo pese a todo, que como esos dos vecinos que peleaban por la propiedad de los almendros, de buena gana se hubieran arreado mutuamente unos buenos soletazos en el lomo y arreglar de esta manera sus dimes y diretes.
Ayer como hoy, la propiedad de un palmo de tierra, la medianera de un solar, una ventana que da al patio del vecino, o un chopo o unos almendros, como en este caso, sobrepasan el mero valor económico para convertirse en una cuestión casi identitaria, de honor, de amor propio, como si un trozo de nuestra propia carne trataran de arrancarnos. El frío y ciego procedimiento judicial, con su consabida y desquiciante lentitud, no parece lo suficientemente esclarecedor como para reparar tamaña afrenta de la creemos ser objeto, y es que, cuando el arroyo no pasa por nuestro molino...
¡salud amigos! en esta lluviosa tarde de otoño.

8 comentarios:

  1. Bonita historía Rafael, pero por desgracia hasta hoy día llegan a matarse por un palmo de tierra, curioso lo del chopo , me gustaria ver sabido ese final,.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Creo Rafael que el pleito está en parte en los archivos municipales, aunque es posible que desde principios de los 70 hasta hoy, alguien haya pensado que mejor están en su casa. el resto están desde siempre en manos particulares, ya que evidentemente, son descendientes de alguno de los implicados, como ocurre por ejemplo con la acuarela.

    un saludo

    Rafael Vargas Villalón

    ResponderEliminar
  3. Por cierto, alguien conoce donde puede estar Ciciones. me suena mucho el nombre, pero no lo conozco.

    Rafa

    ResponderEliminar
  4. Yo creo que se a podido trasgiversar el nombre en nuestros dias por el de "las Ceciones".

    ResponderEliminar
  5. joder Juan, no había caído, las cesiones. ahora sólo necesitamos saber si el nombre original es las secciones, cesiones o ciciones.

    un saludo

    ResponderEliminar
  6. Eso te lo dejo a ti, que eres el experto, jajaja.

    ResponderEliminar
  7. Hola Rafael.
    La verdad es que en referencia a pleitos, el archivo histórico de Setenil está repleto, y desde las más tempranas juventudes de Setenil, me refiero a que ya se inician en 1484.
    Un cordial saludo y gracias por tu labor, Jesús López.

    ResponderEliminar
  8. Daría lo que fuera por echarle un vistazo a los archivos de Setenil. conozco a la gente que ha realizado la digitalización de esos papeles y me comentaron las circunstancias que rodearon su trabajo. Entiendo que la información de esos documentos tenga que ser procesada por especialistas, aunque no entiendo porque razón no se hacen públicos los archivos en sí. ¿Por que razón no se publican tal cual? vírgenes, simples fotografías de los originales. ¿por que en Andalucía hay tanto miendo a la historia? No se a quién compete esta responsabilidad, pero
    creo que en esto como en tantas cosas hay demasiados interes políticos.

    Gracias por los comentarios Jesús

    Rafael Vargas Villalón

    ResponderEliminar