miércoles, 29 de septiembre de 2010

EL hombre más feliz de Setenil

De Los Escarpes del río Trejo
El hombre más feliz de Setenil se llama Juan o José, no lo recuerdo, ronda los 65 años y no tiene dinero, quizás algunos euros en el bolsillo que se guarda cuando recoge la paguilla. Está cojo, o al menos renquea de una pierna que parece que la tiene de madera. Él dice que es “por la reuma”. Cuando joven, como tantos setenileños, tuvo que emigrar, y en Francia se ocupó donde le dejaron, en los trabajos más duros que los franceses no querían hacer. Luego volvió a España y trabajó en el campo; que si la aceituna, que si la siega, al final los espárragos, "pa rentabilizar la tierrecilla", pero eso ya era muy duro, y más con la patingola tiesa.
Al fin le llegó la paguilla de Francia, no mucho pero suficiente para que la mujer mantuviera la casa.
El hombre más feliz de Setenil tiene una finquita, cuatro palmos de tierra pedregosa junto a un arroyo, unos olivos, un par de nogales, una higuera y algún almendro. Todos los días se levanta temprano, se toma un café bastante cargado y allí se dirige.
En su terreno hay una casilla destartalada, algo de luz, agua que recoge de un viejo pozo y un pequeño corral para las gallinas. Detrás tiene un huerto donde planta tomates, pimientos, berenjenas y todo lo que la tierra pueda darle. Las papas las siembra dos veces al año y cuando las recoge llena una habitación entera de la casa, las esparce por el suelo, les hecha unos polvitos contra los bichos y las tapa con unas sábanas para que no incida la luz sobre ellas.
En otra habitación, colgados de una viga, hay chorizos, morcillas y salchichones, fruto de la última matanza. En la alacena guarda su tesoro más preciado; unas fiambreras de chicharrones que quitan el sentío, crujientes y grasientos envueltos en manteca blanca. Para octubre, el hombre más feliz de Setenil ya tiene preparadas las aceitunas; las recoge de unos olivillos señalados, las endulza en una tinaja de barro, las parte y las aliña con una receta propia que no quiere desvelar. Quizás este año tenga algunas conservas de tomate o berenjenas, que aquí nada se desaprovecha y todo se utiliza. Si apetece algo dulce, puede que su mujer ya tenga listas en una fiambrera las primeras carnes de membrillo con un toque de naranja.
La gracia de la vida la recoge los viernes; una garrafa de vino corriente que está de muerte, que ya lo quisieran en los mejores "restauranes de la Francia", y que sirve en un jarrillo de lata que tiene colgado en un nogal junto al arroyo.
Allí se sienta a media mañana o cuando le viene en gana, con la pata tiesa que parece de madera, saca su vieja navaja de Albacete y corta algo de pan que unta con chicharrones. La garrafa al fresco, y una perrilla que tiene siempre a su vera mirando suplicante por si le cae algún pellejillo o un trozo de morcilla.
El hombre más feliz de Setenil come mientras mira las nubes pasar y los pajarillos volar de un árbol a otro, tranquilo, sin prisas, hace mucho tiempo que no tiene reloj, sólo el sol o la lluvia rigen su horario. De vez en cuando por allí pasa un viejo pastor con su rebaño y Juan se apresura a convidarlo a un vaso de vino, mientras las cabras ramonean en los rastrojos o en los chopos del arroyo.
Muchas veces, en la soledad del campo se pone a pensar en las cosas de la vida, la dureza de los trabajos de antes, los desaires y las injusticias. Se queja de su mala suerte y de que la vida no le ha ido todo lo bien que quisiera, quizás le dé por envidiar a la gente que vive en la ciudad, que tienen buenos coches y dinero para gastar y comprar cosas... Juan, es el hombre más feliz de Setenil, pero aún no lo sabe.

lunes, 27 de septiembre de 2010

El Cielo desde Setenil

Me manda Juan Ignacio un artículo donde da rienda suelta a una de sus grandes aficiones, la astronomía, un tema desde luego al que me acerco virgen e impoluto pues reconozco mi total ignorancia en la materia, aunque no por ello dejo de sorprenderme ante cualquier descubrimiento científico o la simple visión del firmamento en una noche estrellada.
En un blog como este, donde la mayoría de las veces nos dejamos llevar por el día a día, la anécdota o lo que los especialistas llaman la microhistoria, ver y conocer lo que hay sobre nuestras cabezas, en el cielo, más allá de lo que ha simple vista se puede percibir, no deja de hacernos pensar en las banalidades de nuestro mundo y que nuestras alegrías y penas, nuestras disputas y querellas, son sólo un ínfimo átomo de polvo en la inmensidad del universo.
Recuerdo cuando jovencillo, quizás rondando aquellos maravillosos 18 años, cuando nos dio a un grupo de amigos por pasar la noche viendo la lluvia de estrellas, las famosas "lágrimas de San Lorenzo". Así nos fuimos al cementerio para subir al tejado de la emisora que está junto a la ermita de San Sebastián y acostarnos mirando hacia el firmamento dirección noroeste. Allí estábamos Antoñín, Pepe, Antonio María, mi primazo José, Blas, Fali desde luego y otros muchos. Las risas y las bromas se sucedían sin parar. Muchos de los mejores chistes que he escuchado en mi vida son de aquella noche.
Pronto, a eso de las dos de la madrugada comenzó la lluvia de estrellas. Al principio las contábamos y pedíamos deseos, pero luego, cuando aquel goteo constante empezó a convertirse en una verdadera catarata, simplemente nos callábamos y disfrutábamos del espectáculo. No creo que por aquel entonces alguno de nosotros conociera la explicación científica de ese fenómeno, pero desde luego estábamos sobrecogidos ante la maravilla de la que éramos testigos. Quizás, sin saberlo, nunca vimos las cosas tan claras y nítidas como en aquel instante.
Pasarán los años, y seguramente, para la mayoría de los que estuvimos allí, esa noche de verano fue sin duda una de las más mágicas y especiales de nuestra vida.
Así pues, con ustedes un viaje a las estrellas desde Setenil para dejarnos sorprender por la inmensidad del cosmos. ¡Os dejo pensando y con la fantasía volando!
¡Salud!


Astronomía desde Setenil.
Juan Ignacio Marín Gómez.

Si el lector del blog busca mediante Google “Astronomia Setenil”, no tardará en encontrar bastantes entradas donde figura una “Agrupación Astronómica de Setenil” y, sin duda, le provocará extrañeza y curiosidad, ya que si pincha cualquiera de esos enlaces verá que le redirigirá a algún listado de asociaciones astronómicas donde figura ésta, entre otras muchas

El 26 de marzo de 1986 , quien suscribe y algunos entusiastas más, fundamos dicha Agrupación, cuyo objetivo era la divulgación de la Astronomía y ciencias afines. Quedó legalmente registrada en el Registro Regional de Asociaciones y un año después comenzamos a editar un boletín impreso, bimensual, del cual sacábamos fotocopiados unos 30 o 40 ejemplares. Desde entonces y hasta 1999, se publicó ininterrumpidamente (trece años, nada menos) llegándose a intercambiar con asociaciones de toda España y a veces con alguna extranjera.
De Genérico
Nuestra agrupación disfrutó durante muchos años de ser la primera de toda la provincia de Cádiz y una de las pocas que en la década de los ´80 había en Andalucía. Afortunadamente ahora hay bastantes más en la provincia, y muy cerquita nuestra se desenvuelve la de Ronda, por ejemplo, con entusiastas seguidores de esta noble ciencia.

Hoy me vinieron a la memoria, al ojear viejas fotos, el recuerdo de una exposición fotográfica que realizamos en la Torre del Homenaje, allá por agosto del 87. Un resúmen de las actividades fue publicado en la revista de tirada nacional “Tribuna de Astronomía”,nº 50,en Enero de 1990, pag. 25, incluyendo foto a color donde descubro a Auxiladora Luque (¿sigues escribiendo poemas?) y a su hermano Norberto visitando la exposición, junto a un servidor (con más pelo, muchos menos kilos, es menester reconocerlo) y de fondo las fotos que la sonda Voyager envió del planeta Neptuno. Esta revista nacional sigue existiendo (“Astronomía”, a secas.) En este artículo se comentaba que ofrecí a los setenileños una charla sobre astronomía o telescopios que duró … tres horas, y sufrieron unos cincuenta paisanos. Entiendo, después de esto, que esta afición nunca haya cuajado del todo en nuestro querido Setenil. Recuerdo la charla, vagamente, debió ser en 1985, poco antes del cometa Halley (1986) , antes de que existiera la Agrupación. Luego fuimos a la plazoleta de El Carmen, montamos un telescopio y los que se acercaron pudieron ver Saturno, o Marte, ya no recuerdo tanto. En fin, ¡qué cosas, cómo pasa el tiempo¡
Siguiendo con los recuerdos astronómicos, he rescatado la foto de otro cometa, el Hale-Bopp. Desde Setenil pude captar en un par de noches una secuencia fotográfica bastante extensa del cometa. La foto que acompaño es del 25 de Marzo de 1997. El método fue colocar la cámara sobre el telescopio, con un objetivo de 135mm y 5´ de exposición a f/2.8. La misión del telescopio era simplemente efectuar el guiado para que la foto no saliera movida. Se ve en la foto las dos colas del cometa, una iónica (la azul) y otra de polvo (la blanca).
De Genérico
La mancha de la izquierda es la copa de una encina enorme que plantó mi bisabuelo y, que como muchas de Setenil, da bellota dulce. Si os fijáis, encima de esta sombra hay, en el cielo, una manchita amarillenta que no parece una estrella: es la galaxia de Andrómeda.
Este cometa fue uno de los más espectaculares y fotogénicos de estos años, aunque después han aparecido otros igualmente notables, como el Hyakutake o el Holmes más recientemente.
Afortunadamente, el cielo de Setenil sigue siendo oscuro, menos que hace veintitantos años, desde luego, que apagaban la mitad del alumbrado público a eso de la una, y ya de madrugada casi todas las farolas. Como anduviera trasnochando con los amigos, novia o primos, me tocaba volverme a casa en la casi más completa oscuridad: la carretera era una insinuación plateada, y la Via Láctea literalmente se le caía encima a uno. La grandeza del cosmos se revelaba como no se puede describir, de ningún modo, con palabras.
[Juan Ignacio Marín Gómez]

jueves, 23 de septiembre de 2010

Las armas del asedio de Setenil en 1407 (1ª Parte)

Vuelve a la carga, y nunca mejor dicho, nuestro amigo y colaborador Juan Ignacio Marín, para hacernos un análisis del asedio de Setenil por los castellanos en 1407, según la Crónica de Juan II de Castilla, y darnos de esta manera una visión de las artes y usos miliares en el asedio de fortalezas en la Edad Media, con la deliciosa particularidad de que los hechos ocurren en el mismo casco urbano de Setenil, por aquellos entonces un castillo en lo alto de una peña rodeado de campos y bosques.
Logra Ignacio con sus referencias adentrarnos en el prosa añeja de los textos medievales, y no resulta muy complicado imaginar a esos valientes hombres batirse a la desesperada combatiendo al enemigo por nuestras breñas y tajos
Un texto de lectura amena, quizás políticamente incorrecto con esto de la tan manida alianza de civilizaciones, que analiza uno de los documentos históricos más importantes que se refieren a Setenil.

Portada de la Crónica

LAS ARMAS DEL ASEDIO DE SETENIL EN 1407. ( I )
Juan Ignacio Marín Gómez
Arqueólogo.


(Esta entrada consta de dos partes. En esta primera repasamos el asedio a Setenil durante el mes de Octubre de 1407. En la segunda parte, hablaremos de las armas que se empleaban comúnmente en esta época y en particular en este asedio, dando cuenta de algunos hallazgos curiosos.)
El siglo XV supuso, para los habitantes de Setenil, una época difícil. A finales de 1407, durante el mes de Octubre, el infante Don Fernando intenta la toma de Setenil, aventurando que fuera un sitio rápido, máxime cuando acaba de conquistar Zahara y Montecorto. La frontera castellana se acerca aún más, poniendo a Setenil en un lógico punto de mira para las aspiraciones cristianas.
Fracasado el intento de octubre, después de unas semanas de duro asedio, los castellanos levantan el sitio, pero no por ello llega la paz a nuestra villa fronteriza. Tres años después, en 1410, Hernando de Saavedra realiza una cabalgada por los campos setenileños que le cuesta su propia vida. En 1438, una sublevación de los cautivos cristianos de Setenil provoca una expedición desde Jerez para apoyar la sublevación, aunque el fracaso del motín hace desistir a las fuerzas cristianas. En 1455 el Rey ordena, a través del Duque de Medina Sidonia, la tala de los montes de Setenil, para privar a sus habitantes y guarnición de frutos y combustible. En 1482 el Marqués de Cádiz destruye viñedos y cosechas, en la misma línea de procurar desabastecer a los setenileños. En 1483, los caballeros setenileños junto a su alcalde participan en la batalla de Lopera, que ganan los cristianos, debiendo huir los setenileños. Solo un año después, 1484, en la campaña que será definitiva, el Marqués de Cádiz cerca la villa con dos mil de a caballo. Llega una semana después el rey católico, don Fernando, y se ultima un cerco con 12.000 soldados y las armas más novedosas de la época, todo un despliegue de tecnología que termina, como nos es conocido, con la resistencia de los setenileños, abriéndose la ruta hacia la conquista de Ronda y todo el Reino de Granada.


El asedio de 1407 en la crónica de Juan II de Castilla
El primero de los dos asedios que tuvieron lugar, el de 1407, ya fue escenario del uso de “artillería”, y no precisamente fue poca, aunque no comparable todavía a la importancia que cobraría medio siglo después. Entre este asedio y el definitivo, los episodios de escaramuzas se suceden con un armamento más tradicional : caballeros y peones, armados con lanzas, espadas, ballestas y cuchillos. De la parte musulmana, no hay armamento pirobalístico.

En la crónica de Juan II de Castilla podemos disfrutar, seiscientos años después, de la narración de los esfuerzos de uno y otro bando en esta lucha.

Comienza, para nuestros propósitos, en el capítulo 62, donde los moros de Torre Alháquime, (la Torre del Alaquín) viendo al Infante avanzar a Setenil ( e que sopieron que el Infante yba con hueste tan poderosa) la abandonan
apresuradamente. Los cristianos de Olvera la ocupan inmediatamente. Podemos imaginar la columna de peones y caballeros, con banderas y pendones, filas interminables de carretas de bueyes tirando de infinidad de pertrechos, tiendas de campaña, piedras –pelotas- para munición de las lombardas, víveres, auxiliares carpinteros y herreros…todo un espectáculo que debió pasmar a los espías de las guarniciones.

En el capítulo 63, el Infante llega a Setenil en la persona del maestre de Santiago don Lorenzo Suárez de Figueroa, quien es encargado de asentar el real. Este maestre ,como “hera buen caballero e muy sabio de la tierra” , un hombre prudente, vamos, hizo bien su trabajo. Una parte del campamento lo hizo asentar en un viñedo por encima de villa, que debe ser el olivar que hay si subimos desde la cooperativa o el Alambique hasta llegar al tajo desde donde se divisa el núcleo urbano, zona amplia y bastante llana desde donde se domina la cara norte de la Villa. Otro campamento lo situó enfrente de la puerta de acceso a las fortificaciones, lo que es hoy la calle Reyes Católicos, posiblemente arriba, en el cruce. Se explican estas dos situaciones porque ambas estaban bien comunicadas y en altura suficiente para dominar a los sitiados.
Una vez tomadas las posiciones, se instalan rápidamente las lombardas. La más grande, que al parecer debía ser famosa en la época, aunque no he encontrado más noticias de ella anteriores a este sitio, se apodaba “la de Gijón” se colocó apuntando a la entrada a la Villa.
Lombarda

Las otras dos lombardas “que dizen de fuslera” las instalaron en el otro real. Enseguida empezaron su lenta cadencia de fuego, y pese a ello, gastaron el aprovisionamiento de piedras, al punto que tuvieron que buscar canteras rápidamente los picapedreros para abastecer todas las lombardas.
La crónica nos narra que al poco quebró la lombarda “de Gijón”, por lo que se mandó a avisar que trajeran otra desde Zahara, la que llamaban de la Vanda, y que era aún mayor que la -caída en acto de servicio- de Gijón. Esta consiguió golpear la torre de la entrada (no la del Homenaje) “e magüer que era ciega”, o sea , maciza, llena posiblemente de piedras y tierra, la desmochó e hizo bastante daño. También le dio a la del Homenaje, atravesando la bóveda.
Prosigue la crónica en el capítulo 65 describiendo las dificultades de aprovisionamiento de piedras: que si estaban lejos, que si los bueyes del rey estaban flacos y no podían tirar de los carros cargados…así que acuerdan en Consejo que cada caballero, rico home y los del Consejo, trajesen cada uno con sus propios medios (vamos, a sus expensas), ocho piedras, por turnos, de manera que cada día hubiera cuarenta piedras (se deduce que cada día eran cinco los afortunados caballeros: No es seguramente la idea que tendrían de perpetuar su memoria en piedra, pero…así es la guerra).
Pelotas de cañón

Cuando la lista (la nómina, dicen en la crónica) llegaba al final, volvían a empezar por el primero. Con semejante aprovisionamiento, las lombardas disparaban todo el día e incluso parte de la noche. Desmocharon muchas almenas, abrieron boquetes en lienzos de algunas torres y..los moros setenileños se afanaban en rellenar de tierra los desperfectos para cegar las torres .
En el capítulo 68, el autor (Alvar García de Santa María), nos hace un resúmen breve de la situación en los capítulos anteriores: Que había cuatro lombardas combatiendo contra Setenil, contando la de Gijón, que se adobó (se averió), y que envió a por otra a Zahara, muy grande, que tiraba piedras de seis quintales (es decir, que habiendo cuatro, solo servían tres)
Viendo que la Villa no se rendía, decidieron añadir medios más “tradicionales” Imaginemos las escena a vista de pájaro…montes de olivos y viñas ,selva de encinares. En las riberas del río, nogales. La Villa, rodeada de muros almenados, un alcázar con la Torre del Homenaje, bullir de soldadesca en el interior y trajinando con cestos de tierra y piedras. Ballesteros apostados intentando vanamente hacer blanco en algún cristiano despistado y a tiro, que no, están lejos todos. Fuera, desde dos campamentos casi opuestos, tres piezas son cargadas de pólvora y abastecidas de pelotes de piedra del tamaño casi de un balón. Con una aburrida monotonía, las piezas son cargadas y disparadas
Los caballeros y peones cristianos (que son algunos miles) más bien ociosos. Unos, jugando a los dados, chismorreando sobre la maravillosa tarea de acarrear pelotas para tirar a los moros. ¡ Bum ¡ todos alzan la mirada, uy, casi ¡. Al buen rato, ¡Bum¡ toma ya, (imagine nuestro lector un medieval denuesto , más grueso que un “chúpate esa”). Impacto en un lienzo. El pelote se hace gravilla mezclado con la piedra y mortero del muro, que cae en cascada levantando polvo y dejando a la vista un hermoso boquete o mella. Los moros, desde dentro, siguen los avatares, y a taponar brechas. Los vecinos, escondiéndose donde buenamente pueden, en las zonas más reservadas, minas y pasadizos, alejados de la fortaleza.

El juego parecía no tener fin y los cristianos arman una “bastida”: ese tipo de máquina de guerra que ya usaban los romanos, una torre de madera convenientemente protegida que se arma a cierta distancia y se acerca poco a poco frente a las murallas de la ciudad sitiada. Desde dentro, los sitiadores pueden disparar saetas contra los sitiados desde la misma altura y llegado el momento, acercando totalmente la torre, acometer el asalto. Desde la parte inferior también se podía intentar minar los muros, cosa imposible en Setenil por la naturaleza física del lugar.

En el capítulo 73, nos cuenta el cronista que siendo 17 de octubre, lunes, antes de que el sol saliese y siendo el día claro (No busque el lector el texto original de la Crónica: no nos informa de la hora), los moros vieron desde lo alto del adarve que los cristianos solo tenían siete hombres de armas protegiendo la bastida y las lombardas. Seguramente tenían la acción planeada y solamente estaban esperando el momento oportuno: Salen en estampida entre ochenta y cien moros, armados de ballestas, lanzas y adargas, cogiendo desprevenidos a los cristianos: matan a dos que cuidaban de la manta (la bastida) y capturan un un bacinete de armas y dos lanzas .Al grito de ¡Armas¡, los cristianos acuden a la defensa. Viendo que la cosa se pone fea, el alcaide de Setenil, lanza en mano, empieza a empujar a los suyos a mastilazos hasta hacerlos entrar a cubierto.

La bronca que el Infante les suelta al condestable y al mariscal no fue pequeña, precisamente. No se le puede despertar a todo un Infante de madrugada al grito de armas , que te maten a dos de los tuyos, y te vengan deshechos en excusas los lugartenientes. No, hombre,no, y menos sin un mollete ni un jarro de leche tibia en el cuerpo. Y con este frío…
La irritación del Infante debió ser muy dura, al punto que Alvaro, camarero del Infante “pensó en el enojo que avía tomado el Infante por lo que los moros (…) fizieron, e pensó si los podría engañar, porque enmendasen el enojo que el Infante avía tomado” :ideó un plan. Posiblemente (no me lo tome en serio el lector) había oído esa historia del caballo de Troya, así que decidió que la bastida, que estaba afortunadamente intacta, se podía llenar de aguerridos caballeros, esperando que los moros salieran de nuevo, confiando otra vez que hubiera poca gente guardándola.
Pero ¿cómo hacerlos salir?, aquí se nos revela la picardía del camarero: Haciéndoles creer que el mismísimo rey de Granada viene a socorrerlos , atacando por retaguardia al Infante cristiano.

Imaginemos al sufrido camarero, soportando la mala leche (perdón) del Infante, que además padecía del bazo ( o que tendría úlcera) , debió pensar a toda carrera este plan… qué hombre, por Dios, a ver si se alegra y nos deja en paz un poco ( no me dirán que este sitio de Setenil no da para un guión de película). “E fuélo a decir al Infante o que avía pensado, e al Infante plogo dello”. Plan aprobado, se ejecutó de la siguiente manera: Fueron llegando jinetes alertando que el rey de Granada venía a combatir al Infante. El día 19 hubo rebato, y al grito de armas, los cristianos salieron de punta en blanco , en menos de media hora “se juntó muy fermosa gente”, pese a la mentira, parece que a muchos cristianos les hubiera gustado que de verdad hubiera venido el granadino. Por cierto, ya este día, y ante la escasez de sueldos y vituallas, muchas tropas cristianas ,hasta mil cuatrocientas lanzas, cuenta el cronista, se marcharon a sus casas.

Los moros muerden el anzuelo, y se asoman al adarve para salir, pensando que entretanto la bastida estaría desguarnecida..pero “vieron la gente, que era mucha más de la que ende solía estar, e que se non podría encubrir”, diría el cuento que le vieron las patitas al lobo, así que “escusaron la salida”. Debió resultarles casi cómico ver la base de la bastida tan repleta de gente que no se podían esconder.

Apenas dos días después, Juan de Porras con su hermano Lope y Pedro de Barrientos fueron camino de Las Cuevas a por cebada, pan y trigo que allí había (pues los moros la habían abandonado ante el ataque de estos junto con sesenta lanceros y un par de días de lucha, a primeros de mes –cap.67-) pero fueron engañados en una celada bastante clásica: unos veinte moros, mal armados, se dejaron ver por el camino. Los buenos de Juan y Pedro sin pensarlo dos veces, comenzaron a perseguirlos, y los moros a huir hasta llegar a un recuesto . Allí esperaban otros ochenta, ballesteros y lanceros. Como es de suponer, murieron los cristianos –con las botas puestas-. La historia tiene amarga moralina:

“El los mançeuos deven tomar ejemplo, que siempre deuen escusar la pelear con los vallesteros e lançeros de pie, siendo ellos a caballo, en la sierra e en los grandes recuestos, do los caballeros no pueden subir ni deçender sino a gran peligro.”.

Esta emboscada tuvo lugar entre Las Cuevas y Setenil, y no sería la última en este paraje.

Sigue la crónica con Setenil. También ese viernes (la muerte de Juan de Porras fue el viernes 21 de octubre aunque no especifica si el mismo o el siguiente, se puede deducir por las fechas que se siguen en el cap.79 que se refiere al mismo viernes 21), los moros hacen otra salida nocturna contra la temida bastida que acecha cerca de la entrada a la villa. En esta ocasión encuentra seis hombres de armas y dos ballesteros. Matan a uno y capturan a dos soldados, que meten en la villa. Uno debió morir de las heridas y a la mañana siguiente lo echaron por lo alto del adarve, desnudo como nació. Un auténtico “viernes negro”.

Definitivamente, el Infante estaba muy enojado. En un esfuerzo final, reparten en ocho sectores un ataque contra Setenil, encomendando cada parte a ciertos caballeros con sus cuadrillas. Cada uno de estos tenía además una escala para acometer el asalto. Sin embargo, los esforzados caballeros tenían otro parecer. Temían que con lo complicado del sitio y lo envalentonados que estaban los setenileños, un ataque así les costaría muchos muertos y no merecía la pena tal hazaña por conquistar Setenil (ese era su parecer, no lo digo yo, discúlpeme el lector). Aducían que debían primero cegar el foso, para arrimar la bastida (que le faltaba acabar de encuerarla)..ante tantas excusas, el Infante hizo que acabaran la bastida y se bajara hasta la misma puerta de la villa, y en un solo día (estamos a sábado 22 de Octubre).
Torre Bastida


El Infante mandó anunciar el domingo 23 que al día siguiente, 24 de Octubre, lunes, las cuadrillas estuvieran a punto. Llegado el lunes, hasta quinientos hombres empujaban y tiraban de la bastida con idea de asomarla al foso para cegarlo y cruzar hasta la barrera y la puerta de la villa. La mala fortuna que acompañaba a estos esforzados cristianos hizo que la bastida metiera una rueda en un bache, que parece que les costó lo suyo sacarla de allí. De la lectura de la crónica se deduce que la bastida iba montada sobre varios carros. Uno de ellos se quebró, y al quedar cojo el invento, la torre comenzó a desconcertarse (desarmarse) por el peso de los cueros. El carpintero que podía arreglarla estaba herido en una rodilla de un “biratón que le tiraron de la villa”, así que con semejante baja laboral, no había solución para el arreglo.
La bastida inutilizada, los caballeros desganados y molestos .El Infante llama al Consejo y éstos le vienen a decir que desde luego no se puede decir que el Infante no fuera esforzado y decidido a tomar Setenil, pero que, vaya, el invierno se les echa encima, no se encuentran provisiones para tanta gente y lo poco que se puede comprar es muy caro, que los moros tienen viandas para resitir y que Setenil, en definitiva, “ es muy fuerte a marauilla de quantas fuerças en el mundo son”. Prosigue el consejo, más lisonjero y suave, haciéndole ver que hay que dar gracias a Dios, pues en poco tiempo consiguieron tomar Zahara y otros castillos (se refiere a La Cueva y a Torre-Alháquime), por eso,”sed pagado con lo que Dios vos dio, e no querades las cosas fuera de razón”, como querer que la gente luche sin dinero y sin comer.
Nuestro Infante, oidas estas razones, todavía insiste en pelear un par de días mas, para salvar la honrilla, pues que en dos semanas y media no han hecho casi nada, aparte de tirarle pelotas de piedra a los setenileños. Insiste el consejo: que la peña es muy alta, que poner una escala en semejantes tajos supone que antes de que suba un escalador ya los de arriba lo han echado abajo y matarían a muchos, y para nada, etc.
Todavía porfía el Infante, que le dijeron que Setenil se tomaría en dos o tres días, que qué le contestan a eso, por qué le aconsejaron así..el paciente Consejo se defiende, que de lejos no parecía Setenil tan difícil de tomar, pero que , en fin, “ los reyes no pueden ganar todos los lugares sobre los que se echan”.
Tranquilizada su propia conciencia, el Infante liquida el asunto: al día siguiente se partirán para Olvera, a dos leguas de camino. Se levantaba el cerco de Setenil.

(continuará)

martes, 21 de septiembre de 2010

La escuela derrotada: represión y muerte de un maestro de Setenil

He tenido ocasión en estos días de ojear "La Escuela Derrotada. Depuración y represión del Magisterio en la Provincia de Cádiz- 1936-1945", y digo ojear porque sólo lo he tenido el libro en mis manos unos minutos, tiempo suficiente para lanzarme a internet y buscarlo en Google y encontrarme con que podemos leer algunos extractos de la obra.
Sabía que era inevitable ver algo sobre la represión de los maestros setenileños, y así fue, ya que me encuentro con la historia de Sebastian Aguilera Villalón, profesor setenileño duramente represaliado por el régimen franquista.
Cuando me propuse escribir algo sobre los trágicos acontecimientos de la Guerra civil en Setenil sabía que me estaba metiendo en un berengenal, más que nada porque la historia se me podía quedar coja, al omitir algunas cuestiones. De esta manera, teniendo claro que queda pendiente un análisis de los hechos de armas y movimientos militares que se produjeron en los primeros meses de la contienda, me propuse contar como se desarrolló la represión.
Así, leyendo las actas de la Causa General, pudimos entender estos mecanismos, comprobando como existió una represión en caliente durante los primeros meses, es decir, una eliminación material del supuesto enemigo casi al instante, ejecutado normalmente por las tropas regulares a su llegada al pueblo y por falangistas posteriormente, y que dejaron las cunetas y las afueras del cementerio repletas de cadáveres, y también una represión en frío, más metódica y calculada, cuyos efectos se prolongaron incluso después de terminada la guerra.
De la primera, la represión en caliente, es muy difícil cuantificar las víctimas. El secretismo fué y sigue siendo la norma imperante, y ya quedan pocos setenileños que hayan vivido esa época. Testimonios orales hablan de ejecuciones instantáneas en el Callejón , en el mismo momento de la entrada de las tropas regulares en Setenil, para luego continuar durante algunas semanas las ejecuciones más selectivas por elementos locales. En este caso se desconocen incluso quiénes lograron huir para no volver nunca y quiénes cayeron bajo las balas de los soldados, sorprendidos quizás en plena noche y sacados a culetazos de sus casas.
En el caso del terror frío, cuantificar los fallecidos es algo más fácil, pues sus nombres y lugar de procedencia aparecen en listas de diferentes sumarios, aunque en la Causa General referida a Setenil no se dan nombres de "rojos" setenileños
El caso del maestro Sebastián Aguilera Villalón es uno de estos, donde diferentes atestados se entrecruzan incluso hasta cuatro años después de su muerte.
Los datos biográficos aportados son escasos, y sólo se sabe que este maestro nacional era natural de Setenil e hijo de un zapatero de la localidad.
Los informes como decimos van y vienen en su proceso, pues mientras las autoridades locales hablan de un ciudadano ejemplar, y al que se le tenía “en muy buen concepto; socialmente era muy bien considerado y políticamente no se le conocía que perteneciera a ninguna agrupación política por dedicarse solo a la enseñanza", incluso se le exculpa de haber sido interventor del Frente Popular en las elecciones, otros informes como el de la Alcaldía de Jerez contradicen lo expuesto por las autoridades setenileñas, argumentando que era “Maestro Nacional en Setenil, donde estaba considerado como comunista, teniendo referencias de que se hizo fuerte a las Tropas Nacionales a las que hizo fuego y siendo por ello detenido”.
Según estos documentos, Sebastián fue detenido en el mismo momento de la entrada de las tropas, y mucho me temo que si hubiera tenido la osadía de hacer frente a los regulares, su caso hubiera acabado no ya en una cuneta del camino, sino en el mismo lugar donde se hubiera parapetado. Luego, las autoridades setenileñas trataron de evitar su muerte en Jerez enviando informes favorables sobre su conducta y su falta de compromiso político, aunque en Jerez, quizás desde instancias más altas, estaba claro que era un elemento a eliminar. Así Sebastian fue fusilado en Jerez en Octubre de 1936 a los 23 años de edad e irónicamente la guardia civil informa de su muerte: "sin que se puedan precisar las causas".
Posteriormente, en 1939, una comisión trata de esclarecer los hechos que acontecieron en su muerte; Vistos los informes de este Maestro en que no aparecen cargos concretos y hay algunos en que se estiman cualidades profesionales y sociales y que correspondía a los años de mil novecientos treinta y siete y treinta y ocho es criterio de esta Comisión no proponer sanción alguna por considerarlo en cierto modo como víctima de un proceso no bien esclarecido que determinó su muerte”.
El informe sirve para que el 27 de Mayo de 1940, ¡¡¡cuatro años después de su muerte!!!, Sebastián Aguilera Villalón fuera rehabilitado en su puesto.
Nada se dice sin embargo de los informes negativos de la Alcaldía de Jerez, su fuente y su oscura procedencia, y que a la postre significaron la principal justificación para que este maestro setenileño fuera fusilado en el lóbrego patio de la cárcel jerezana.

"La Escuela Derrotada" Depuración y represión del Magisterio en la provincia de Cádiz. 1936-1945. Jose Aquiles Pettenghi Lachambre. Quorum Editores 2005

lunes, 20 de septiembre de 2010

Setenil en Sepia

El Carmen y La Villa
Setenil desde Los Caños
Dos fotografías antiguas de Setenil en sepia, más que en blanco y negro, editadas por la Fundación Provincial de Cultura de la Diputación de Cádiz, y que forman parte de un amplio reportaje de los años cincuenta, aunque no tengo datos que confirmen esta datación.
En la primera podemos ver una nítida panorámica de Setenil tomada desde El Carril, con El Carmen en primera línea, y donde a simple vista no se ve el monumento al Sagrado Corazón. Impresiona ver la caída que hay desde la ermita, y comprobar cómo sus constructores la edificaron en su momento prácticamente al borde del barranco. Se ven algunos caminos entre los tajos y las pitas, muy posiblemente para paso de cabras.
La segunda instantánea está tomada desde la carretera de Los Caños, cuando el pueblo emerge de la nada y se muestra al visitante, de repente, sin esperarlo, como una imagen casi irreal. Así al menos me lo describieron unos amigos que visitaron Setenil hace unos días. Una sensación desde luego muy común y natural, comparable con algunas descripciones que nos han llegado de Setenil, y que muy posiblemente estos amigos no conocían.
"Cuando se llega a Setenil, el pueblo tarda en presentarse ante nosotros. Es necesario deslizarse por el pendiente tobogán de la carretera para ir lentamente descubriéndolo casa a casa, en aquel embudo que forma la sierra"
[Ramón Solís. ABC. Setenil, un pueblo entre las rocas]

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Dos Alférez de Complemento en Setenil

Andaría yo cursando 2º de BUP en el instituto Joaquín Turina de Sevilla, allá por el curso 86-87, tratando de escudriñar las diferencias y semejanzas entre un octágono y una calabaza, e intentar plasmarlas sobre el papel en aquellas mesas inclinadas tipo arquitecto que había en la clase de Dibujo Técnico, cuando por detrás, lentamente se nos acerca Don Manuel. Luis Tránchez, mi inseparable compañero de pupitre, me da con el codo para que me percate de la presencia del profesor, pero yo sigo concentrado en el poliedro y las sombras de la calabaza.
Entonces, justo a mi izquierda, oigo la voz ronca y aguardentosa de Don Manuel:
- ejem, Sr. Vargas, he oído que es usted de Setenil
- Sí Don Manuel, de Setenil
- Bonito su pueblo, Sr. Vargas, bonito su pueblo


La clase se queda expectante ante la intervención del profesor, que con la mirada alta continua su camino entre los pasillos que dejan los pupitres.
Don Manuel Berlanga, estaría ya en aquel curso al borde de la jubilación, si no había sobrepasado ya la edad. Era alto y cetrino, con un escaso pelo ondulado hacia atrás, chaqueta clara, corbata y gafas oscuras. Un bigotito ralo remataba su rostro. Llevaba una banderita de España con el escudo antiguo en la solapa y un emblema de infantería en el llavero, y en el instituto era sonado y evidente que era un facha de los de toda la vida.
La cosa parecía quedar ahí, pero al día siguiente Don Manuel se vuelve indolente a mi pupitre a ver como llevamos lo del octógono y la calabaza y yo acierto a retenerlo y preguntarle por qué razón conocía Setenil.
Entonces, el viejo profesor, ceremonioso, como si tuviera prevista la pregunta, se quita las gafas, mira hacia el techo y se dispone a contarnos sus batallitas de juventud; Una historia de la mili que tanto gustan a los hombres mayores (¿y mili dices tu? pa mili la que yo hice en Chafarinas...)
Estamos en la España de los años cincuenta. Dos jóvenes militares a lomos de caballo llegan a Setenil desde Ronda, donde están destinados como alférez de complemento.
Llegan al cuartel de la guardia civil y se presentan ante el comandante de puesto, al que le dejan sus credenciales y una carta de su coronel.
El cabo de Setenil les cede una habitación de la casa cuartel, donde los muchachos se acomodan y dejan sus petates y cachivaches. A estas horas la expectación que han levantado en el pueblo es máxima, pues no era normal la llegada de dos militares extraños a lomos de caballería portando artilugios tan extraños.
Manuel y su compañero, salen del cuartel e inician una salida de reconocimiento por la zona; La Villa, la Calle Herrerías, Triana, Las Cuevas, Calle Ronda y finalmente la Plaza, donde hacen una parada para tomar unas cervezas y departir con los lugareños.
¿Qué hacen estos jóvenes militares en Setenil? Don Manuel nos contó muy solemnemente, con ese aire de suficiencia que le daba su pasado militar y su amplia experiencia docente, que su visita a Setenil se debía a la realización de un trabajo de campo para la confección de un proyecto fin de carrera de la Escuela de Ingenieros, y es que estos dos muchachos eran estudiantes de ingeniería que hacían la Milicia Universitaria como alféreces de complemento en el cuartel de Montejaque, y para ello dedicaron cuatro o cinco días a fotografiar y pintar paisajes y paisanajes, tomar notas, cotejar documentos, amen de pasear, trasnochar, beber, jugar al billar, alternar con los paisanos, y según deduje de los ojos brillantes del profesor y su risa bobalicona, requebrar a alguna moza del lugar.
Y es que pronto estos dos milicos universitarios se hicieron famosos en el pueblo, no sólo por sus constantes paseos por los lugares más emblemáticos de Setenil, donde tomaban fotos y hacían dibujos al carboncillo, sino por que como si de dos pilotos aristócratas de la I Guerra Mundial se tratasen, se paseaban por el pueblo pinchos y peripuestos, exhibiendo las insignias y los cordones distintivos sobre su uniforme de infantería, dando a entender la hidalguía y distinción de la mili que hacían, la cream de la cream del ejército español, nada que ver con el resto de soldaditos acuartelados a diestro y siniestro por toda la geografía española.
Así los alféreces de complemento se pegaron casi una semana a cuerpo de rey en Setenil. Por la mañana haciendo algo de turismo por un pueblo pintoresco, y por la tarde dejándose agasajar por la burguesía local en el casino, en los bares, y también en alguna casa grande, donde según nos contó don Manuel, fueron invitados a cenar por un señor con toda la familia ante la presencia de una ruborizada muchacha.
El caso es que mi viejo profesor de dibujo técnico se dejó llevar por la memoria de sus recuerdos, para rememorar de esta manera su maravillosa y productiva estancia en Setenil.
Al día siguiente, don Manuel se presentó en clase con una enorme carpeta de ingeniero, que depositó en mi mesa. Al abrirla se percibía el olor a papel viejo y polvoriento que lleva décadas sin ver la luz del día; Una estampa de José Antonio con el símbolo de falange, varias fotos en blanco y negro y algunos dibujos sobre diversos lugares de Setenil y que nos enseñó de pasada. Me acuerdo en especial de unos dibujos preciosos de los puentes, así como diversas fotografías sobre la torre y las murallas. Había muchos folios escritos y un par de legajos que al momento identifiqué como pertenecientes a nuestro archivo. (Seguramente obsequio de algún funcionario entusiasta). Me explicó el profesor, muy solemnemente, que este tocho era el borrador de un proyecto que por méritos propios llegó a formar parte de la biblioteca de la Escuela de Ingenieros de Sevilla.
Don Manuel, con ese aire de superioridad que le daba la relación profesor-alumno, o quizás por ese sentido de la jerarquía y el sentido de rango tan militar, cerró la polvorienta carpeta con la misma naturalidad con la que la abrió minutos antes, sin mirarnos, sin dejar de hablar y sin permitir en ningún momento que interrumpiésemos su relato. Así, no pude solicitarle que me permitiera hacer copia de esos dibujos y fotografías tan originales, seguramente únicos por lo que yo recuerdo, y luego, no me atreví a solicitárselo. Tenía 16 años, y quizás estas cosas no llamaran tanto mi atención como ocurre hoy día.
Ignoro si don Manuel vive aún, si es así debe rondar los noventa años. Muy posiblemente ese trabajo esté en una vieja estantería de alguna facultad durmiendo el sueño de los justos, aunque puede también que sólo se dedicaran a pegarse la vidorra a todo plan, y seguro que a gastos pagados, y lo del proyecto fuera un camelo con el que se ganaron a todo Setenil, autoridades militares, civiles y eclesiásticas incluidas. Quedan por lo tanto las vías abiertas para una búsqueda de estos archivos, que de ser encontrados supondrían un auténtico tesoro documental.
Don Manuel volvió a su habitual indiferencia sobre mi persona, y yo seguí inmerso en aquella monumental empanada mental en la que se estaba convirtiendo lo de la calabaza, el poliedro, el exágono y la madre que los parió, que yo no sabía ya ni lo que estaba haciendo. El caso, es que después de presentarle a don Manuel el churro que llevaba una semana dibujando, sin mirarlo ni siquiera, me pone el buen hombre un precioso seis con rotulador verde, que creo que aún guardo el dibujo de la ilusión que me hizo.
Se entiende que al viejo profesor de Dibujo Técnico del instituto Joaquín Turina de Sevilla, le resultó grato recordar sus años mozos, cuando chulo y señoritingo se paseaba por Setenil como alférez de complemento.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Las lápidas romanas de Setenil

Juan Ignacio Marín Gómez

Tenía yo ganas de abrir una nueva sección donde diera entrada a artículos de otras personas, que le dieran lustre y esplendor a este blog. Desde hace tiempo pensaba llamarlo "Colaboraciones", por que se trata de eso, de gente que quiere colaborar en pensar a letra viva sobre Setenil y sus cosas.
Conocí a Ignacio Marín hace muchos años, cuando éramos unos chavales que llegábamos al pueblo de vacaciones (...eternas vacaciones de verano), y por mediación de Frasquito nos dedicábamos a patearnos esas sierras en busca de piedras, ruinas y yacimientos de todo tipo. Ignacio hoy es arqueólogo, y tiene varios trabajos publicados, y yo soy un humilde bloguero que cuenta cosas que pasan o pasaron, pero os aseguro que mucho de lo que hay en mis páginas se lo debo a él, que no sólo me explicaba científicamente los pormenores de la historia local, sino que me transmitió ese amor y esa pasión por los tiempos pasados.
Os dejo con mi amigo Ignacio y Las Lápidas Romanas de Setenil.
¡Salud!

De ACINIPO

A modo de presentación.

Internet , la verdad, es una maravillosa herramienta. Hace veinte años, para averiguar cualquier cosa, había que sumergirse en alguna biblioteca, ir, venir, rebuscar, preguntar aquí y allá. Por supuesto, tenía su encanto cargar con los libros, tomarse un café con los compañeros y de paso, ponerse al día con los chismorreos o quedar para ver alguna exposición.
Ahora mismo todo eso se puede hacer sin salir de casa, mientras también tomo un café: me descargo los artículos o compro los libros que me interesan, chateo con los amigos … Se gana en comodidad, es cierto, pero se pierde en relaciones humanas. Los blogs personales, de alguna manera, son una ventana donde ofrecer vivencias. No sustituyen una cálida charla delante de una buena mesa, ni un agradable paseo acompañado; Pero al igual que un buen libro, nos permiten introducirnos y ponerle imágenes a una narración, una anécdota jugosa o a unas reflexiones de cualquier signo emocional.
Hace menos de un mes, intentando localizar unos datos sobre algo tan árido como paleoesfuerzos desde el Mioceno hasta ahora (¿y para qué?: pues porque estoy escribiendo un libro sobre historia de Alcalá y Setenil, y en la primera parte, el Medio físico, describo unas fallas que resultan de estas tensiones, y que se pueden ver a las afueras de Setenil, -para los que gusten de la geología-) , decía que intentando localizar “eso”, encontré casualmente este blog de Rafael.
Se me debió quedar esa cara de tonto que todos hemos padecido cuando descubres algo que creías perdido en los repliegues de la memoria…Me digo: A este Rafael yo lo conozco, pero lo menos hace quince años que no lo veo. Le escribo rápidamente un correíto y le dejo mi móvil. Al día siguiente yo iba a estar en Setenil, un viaje rápido con estancia breve. Rafael me llama, charlamos, quedamos, unas cañas en el bar de Frasquito (hombreee Frasquito, qué pasa, ¿que te has jubilado?, pues te lo mereces, sí señor) , ¡Qué alegría, caramba, reencontrar viejos amigos!.. Es entonces cuando Rafael me ofrece su blog por si quiero escribir algo.

Así que tres semanas después, os presento la primera entrada como colaborador: “Las lápidas romanas de Setenil”. Espero que os guste.

Juan Ignacio Marín Gómez , es Arqueólogo-prehistoriador, aunque profesionalmente se dedica a la Astronomia, Casado y con tres hijos, aprovecha siempre que puede para volver a El Alambique , pasear por la comarca, y disfrutar de nuestros paisajes y costumbres.


LAS LAPIDAS ROMANAS DE SETENIL.
Juan Ignacio Marín Gómez.
10 de septiembre de 2010

Hace ya más de veinte años (dejémoslo así) y siendo estudiante de la especialidad de Prehistoria, tuvo una amable profesora, que intentaba enseñarnos Arqueología Clásica, la feliz idea de que pudiésemos subir nota mediante la aportación de un trabajo académico sobre algún tema relacionado con la asignatura.
En aquella época tenía la fortuna de poder acceder a la Biblioteca del Museo Arqueológico Nacional, que era para los estudiantes de la especialidad una suerte de segundo hogar, gracias a la posesión de un carnet que me fuera expedido, mediante las cartas de presentación de algún bondadoso profesor que nos juzgó merecedores de tal distinción. La Biblioteca era sencillamente maravillosa, tanto por el edificio donde se albergaba, como por la cantidad y calidad de los fondos.
El tema que escogí para el trabajo era “La ciudad romana de Acinipo”. La profesora a la que hago antes alusión enseñaba, más que Arqueología Clásica, una especie de Historia del Arte del mundo romano. No era esto lo que esperaba un estudiante de Prehistoria que se orientaba a la Arqueología, y recuerdo que tal asignatura nos provocaba una mezcla de sentimientos agridulces. Nada de epigrafía, nada de cerámicas, nada de yacimientos, nada de ánforas ni enterramientos ni tégulas, en fin, nada de lo que habitualmente se puede encontrar un arqueólogo en una excavación donde aparezcan restos romanos. Afortunadamente, esta carencia la suplieron otros profesores de la especialidad.
En esta circunstancia, decidí que la orientación del trabajo, para contentar a la profesora, debía ser acorde a su manera de entender la asignatura, así que me centré en las fuentes antiguas sobre la ciudad y en la descripción de su Teatro.
Mientras más me sumergía en el tema, más me gustaba: Desde prácticamente el s.XV había referencias, a veces solo tres palabras, sobre Acinipo o Ronda la Vieja. Viajeros de todas las clases, anticuarios, eruditos, ilustrados, canónigos…habían pasado por allí y por los alrededores tomando notas y haciendo dibujos, refiriendo epistolarmente sus impresiones a algún pariente o amigo que les pedía noticias de los viajes. No resultaba difícil imaginar al Marqués de Valdeflores poco antes de 1750, caminar por aquellos parajes, quizás con pelucón y casaca (esto ya dejando volar mucho la imaginación) y un bonito cuaderno, apuntando inscripciones. O a Maraver, sobre 1610, escribiendo una carta a Bernardo de Aldrete ,en la que describe la comarca de Ronda, así como esta ciudad y las ruinas de Acinipo, o Fariña del Corral haciendo lo propio sobre 1650, y así una larga lista hasta los hermanos Oliver y Hurtado (sobre 1855), que intentaron en una Memoria demostrar que la batalla de Munda, en la cual César derrotó a los pompeyanos , tuvo lugar ahí al lado, entre Acinipo y Setenil o Setenil y Torre-Alháquime.
En esta Memoria, que se titulaba “Munda Pompeiana” y fue premiada por unanimidad por la Real Academia de la Historia, en 1860, y publicada un año después, se encuentran bastantes referencias a las antigüedades de la comarca.
Sobre Setenil, en particular, nos describen algunas noticias curiosas en la pag. 420, como nota marginal:
“En el pueblo de Setenil, in oppido Setenil, olim Itucci in Hispania, como escribe Muratori, ex schedis P.Catanei, se supone la inscripción que publicó este en su Thesaurus (Clasis X, pag. 711. num 8), y que copian Masdeu en su Hist. Crit. Tom VI pág. 86, num 686, y Medina Conde en sus Conc. Mal. tom. II, pag. 56, atribuyéndola aquel a Teba, y este a Acinipo, por el dictado de Tebense, que han querido leer en ella.
Hoy no se encuentran inscripciones, pero nos han asegurado que en la plaza había una pequeña, que ha sido enterrada en los cimientos del Casino, recién construido. Acaso sería la inscripción gótica de que habla Velázquez, y que Medina Conde en su Diccionario MS. dice que estaba en la fuente antigua, y que sus caracteres eran caldeos.
D.Gabriel de Jesús Perez, que vive calle del Galapagar, haciendo los cimientos de su nueva casa, descubrió por los años de 1848, una hermosa piedra de jaspe, labrada y con letras en buen estado de conservación. En 1858, la mandó picar para que sirviera de escalón á la puerta de la calle. Tal cual hoy ha quedado ha perdido hasta la media caña que tenía en una de sus caras: es de 1 metro y 8 cent. de alto y 30 cent. de ancho: debió ser buena la inscripción; pero no sacaron traslado, ni pueden dar otra idea sino que estaba escrita en latín. En el centro de uno de los lienzos de la torre del castillo se advierte empotrado un capitel romano, que los árabes hubieron de colocar allí. En la plaza que llaman de la Villa, frente de la torre y dentro del castillo se encuentran otros dos capiteles romanos, uno de ellos compañero del que está en la torre, á lo que aparece por la forma de este, pues que un buscador de tesoros lo picó destruyendo su ornamentación. En varias partes del pueblo se notan algunos trozos de columnas de mármol del pais. En el escalón de una casa se ven dos grandes trozos, el uno de columna estriada. Canteras hay cerca del pueblo que producen esta clase de piedra, según nos han asegurado”

Bien, ahí es nada. Hace 150 años, se podían ver capiteles y columnas diseminados por el pueblo ¿de dónde provenían estos restos?. Como se deduce del texto y por lógica se puede entender, no eran piedras traídas desde Acinipo, sino que aparecían en el mismo subsuelo de Setenil. Los árabes emplearon posiblemente sillares de origen romano en la construcción de la torre del homenaje, y embutieron en la fábrica todos los materiales que encontraron . De los capiteles no sabemos nada hoy, al menos no se ven en los sitios que describen los hermanos Oliver, ni en los trabajos arqueológicos ni de restauración del torreón dice nada sobre esto Jesús López Jiménez “ Intervención Arqueológica Puntual de Apoyo a la restauración en la Torre del Homenaje de la Fortaleza de Setenil (Cádiz) “ – se puede leer el informe completo en el blog del CISB -
Queda pues la duda de qué entienden los hermanos Oliver por la plaza de la Villa, si se refieren a la actual o empleando este nombre lo aplican a la plaza sobre el aljibe ( “ En la plaza que llaman de la Villa, frente de la torre y dentro del castillo se encuentran otros dos capiteles romanos, “), generalizando “castillo” a todo el recinto incluyendo la Villa o sólo a la plaza del aljibe. Me inclino por esto último porque si se refiriesen a la Villa, hubieran hecho alguna referencia a la Iglesia y no a la Torre, y porque “dentro del castillo” indica más un recinto cerrado como la plaza del aljibe que la propia plaza de la Villa. Así, de haber un par de capiteles “perdidos” estarían en la plaza sobre el aljibe, en alguna fachada.
La calle Galapagar (Antes Jerez o Moreno de Mora) es el escenario del hallazgo de otra de las inscripciones. Esta calle es el acceso natural al Setenil antiguo si se viene desde dirección de Acinipo , o desde Olvera pero por arriba. Esta ruta desemboca, siguiendo su trazado cuesta abajo, en la entrada fuertemente defendida donde se sitúa el arco de la Villa, y que en la época nazarí según cuentan las crónicas, se abría un foso anterior, hoy salvados por los puentes unidos del s.XV (el balcón que da a la plaza)y XVII (bajo el Ayuntamiento).En la crónica de Juan II de Castilla se narra cómo los cristianos levantaron una máquina de asedio que pretendieron arrimar por aquí , precisamente, para atacar la entrada...pero esto es otra historia.
¿Sería esta piedra un miliario? ¿o sería una lápida de algún enterramiento, situado en el camino de entrada, como acostumbraban los romanos?. También esto lo dejaremos para otra ocasión.
Por último, nos describen los hermanos Oliver que en los cimientos del Casino, recién construido, habían utilizado otra piedra con inscripción. El Casino al que se refieren es la casa situada en la Plaza de Andalucía nº 8, de fachada verde y blanca, que ha pertenecido a mi familia desde su construcción. A principios de siglo fue el Casino, y de esta época datan los afamados azulejos de colores tan andaluces, cosa esta de mi bisabuelo. Conservo una de las fichas de alguna mesa de juego, en metal, como una moneda de dos euros actuales pero más delgada, con una bella tipografía artdecó “CA” imbricados ( ¿Casino Andaluz?). Así pues, esta casa data de más o menos 1850.
Sobre esta inscripción nos dan noticias confusas:
“Acaso sería la inscripción gótica de que habla Velázquez, y que Medina Conde en su Diccionario MS. dice que estaba en la fuente antigua, y que sus caracteres eran caldeos”.
No sé cual será la fuente antigua a la que se refería Medina Conde, pero es de suponer que no debía estar lejos de allí, quizás en la calle Herrería.
Por supuesto, nunca la familia quiso oir nada respecto a echar la casa abajo para recuperarla.
Ni tampoco yo he insistido mucho…
De Setenil

Juan Ignacio Marín Gómez

Os paso un extracto de curriculum de Juan Ignacio, donde destacan las conferencias impartidas, las publicaciones y la amplia experiencia profesional en astronomía. A esto es lo que yo llamo un setenileño preparado.

CONFERENCIAS:
Impartí las tituladas:

"Setenil, Prehistoria y Antigüedad",el 12 de Julio de 1988 en el Ayto. de Setenil (Cádiz), dentro del Programa de Actos Culturales "Verano Cultural'88".
"La ciudad romana de Acinipo",en la Universidad Complutense de Madrid, a los alumnos de 4º curso de Arqueología Clásica, el 21 de Abril de 1989.
"Introducción al Cuaternario en Cádiz: La serranía y evolución de Setenil". IIª Jornadas Histórico-Artísticas sobre Setenil de las Bodegas, 1995. Excmo. Ayuntamiento de Setenil.
"Setenil (Cádiz). Pervivencia de un modelo de hábitat en cuevas desde la prehistoria reciente hasta nuestros días". XI Encuentros de Historia y Arqueología. El Urbanismo como fenómeno histórico. San Fernando, Casa de la Cultura, 1995.
"La arqueología y Prehistoria de Setenil y Alcalá del Valle". Escuela Taller Villa-II. Setenil, 1996.
EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS:
Como alumno colaborador durante la especialidad de Prehistoria, en :
Campaña del 24 de Julio al 11 de Agosto de 1988 en el yacimiento de la Cueva de la Carihuela, en Píñar (Granada), bajo la dirección del Dr.Gerardo Vega Toscano ,de la Universidad Complutense de Madrid.
Campaña del 22 de Agosto al 22 de Septiembre de 1988 en el yacimiento de Acinipo (Ronda, Málaga), bajo la dirección del Dr.Pedro Aguayo de Hoyos,de la Universidad de Granada.
Colaboré en la 1ª fase de la excavación Arqueológica de Urgencia de la c/Calcetas (Setenil, Cádiz), 1996.
PUBLICACIONES:
Marín Gómez, J.I. (1986): Programa informático para el Cálculo del Día Juliano. en “Tribuna de Astronomía, nº3, pp.48-49.Madrid
Marín Gómez,J.L. & Marín Gómez J.I. (1986): Programación Celeste: Cálculo de la órbita de los satélites galileanos de Júpiter. En “Tribuna de Astronomía”, nº 5, pp. 34.Madrid
Marín Gómez,J.L. & Marín Gómez,J.I. (1986): Programación Celeste: Cálculo de eclipses solares y lunares. En Tribuna de Astronomía, nº 8, pp.20-21.Madrid.
Guerrero Misa,L.J. & Marín Gómez,J.I. (1995,e.p.): Pervivencia de un modelo de hábitat en cueva desde la Prehistoria reciente hasta nuestros días. Actas de los XI Encuentros de Hª y Arqueología. San Fernando, 1995.
Marín Gómez,J.I. , Guerrero Misa,L.J., & Gutierrez López,J.Mª (1995,e.p.): Depósitos de Ladera al pie del complejo de cuevas y abrigos del río Guadalporcún (Setenil, Cádiz). Actas de la IIIª Reunión Nacional de Geoarqueología. Santiago de Compostela, 1995.
Marín Gómez, J.I. (1996): Introducción a la Geología,Arqueología y Prehistoria de Setenil. Parada 1ª. Cuaderno de las Jornadas de Campo de G.A.C.- A.E.Q.U.A.
Marín Gómez,J.I. & Gómez Castaño,J. (1997): Propuesta de campaña de observación de ocultaciones asteroidales (803 Picka- PPM 720340, 354 Eleonora-PPM 163336). En “Boletín de la Asociación Astronómica de España”.
Marín Gómez,J.I. (2000): Yacimiento romano en el área del Instituto en la Fuente Grande. En “Alcalá Noticias”,nº 30 año IV, pags. 8-9
EXPERIENCIA LABORAL Y ACTIVIDAD PROFESIONAL:
(1989) trabajé como Analista ,y después Jefe de Laboratorio en Realvisión S.A. (Grupo C.I.R.S.A.) empresa privada de I+D creada un año antes para el desarrollo de prototipos de captación y reproducción de imágenes tridimensionales no holográficas, a partir de patentes españolas.
Durante el período de 1989 a 1992, en los sistemas de captación de imágenes y diseño y fabricación experimental de pantallas de reproducción de imágenes tridimensionales.
Desde 1992 a 1994 realicé diseños asistidos por ordenador (CAD), sobre prototipos de proyectores de imágenes estáticas y en movimiento tridimensionales.
En 1994, programación en lenguaje C++ y Watcom C de aplicaciones sobre lectura de ficheros de imagen, análisis de su color, y alteración de éstos.
Durante el período 1994 a 1995 trabajé en los procesos informáticos de digitalización en alta resolución de imágenes, su archivo, transformación y deformación mediante algoritmos , en colaboración con la Cátedra de Automática y Robótica de la Universidad Politécnica de Madrid (DISAM).
Como logros de esta empresa cabe destacar la conclusión con éxito del primer prototipo mundial de reproductor de imágenes estáticas tridimensionales a color, sin la ayuda de medios auxiliares de visión (gafas o cascos de realidad virtual), la presentación en Sonimag '93 (Barcelona) de este prototipo , y la participación como miembros observadores primero, y de pleno derecho después en el Proyecto Europeo COST 230 (Televisión Estereoscópica), representando a España, así como la inclusión en IS&T/SPIE (Stereoscopic Displays and Virtual Reality Systems).

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Las cosas de Domingo

Local tradicional y bien ubicado, de clientela fija con propietario conocido y de trato afable, resultaba el bar de Domingo parada inevitable para aquellos que bajaban muy de vez en cuando al pueblo para una fiesta o por cualquier otro evento extraordinario, y que no perdían ocasión de tomarse un buen café y saludar a alguno de sus clientes, casi todas gentes dedicadas al campo y sus labores.
Así, en cierta ocasión, siete residentes en alguna aldea rural cercana se asomaron a Setenil para asistir a un conocido velatorio. Los hombres, apostados en la barra, serios y circunspectos se pidieron un colacao cada uno; siete colacaos para siete labradores, y dieron buena cuenta de tan nutritivo brebaje. Uno de los clientes pagó la cuenta, y acto seguido uno de sus compañeros solicitó a Domingo otros siete colacaos. El siguiente paisano, sintiéndose aludido mandó servir otra ronda y así hasta seis colacaos.
Domingo cuenta este suceso con mucha guasa, y recuerda como después de beberse seis colacaos cada uno, aún quedaba uno del grupo que no se decidía a llenar; uno chiquitito que estaba en la punta y hablaba poco. Este ya no llena. Seguro.

El buen hombre no se decidía. Nervioso y sin dejar de mirar al camarero y los vasos vacíos coge aire, levanta el dedo y pide con fuerza otros siete colacaos. Nada, que el chiquitito también llenó. Así que los siete hombres del campo, con siete colacaos cada uno en el pellejo salen del bar de Domingo. Ignoro si esto aconteció antes o después del entierro.

Lo del Tito de Arriate ronda quizás el absurdo, casi el surrealismo más absoluto cuando nos imaginamos los diálogos de estos dos personajes.El Tito era un señor vecino de Arriate, algo bebedor y malencarado, con mucha palabrería y disloque que era objeto de guasa y chanza por parte del personal. De vez en cuando se dejaba caer por Setenil, se tomaba unas copas en un par de sitios hasta que armaba la zapatiesta y era despachado cortésmente del lugar. En la puerta del bar gritaba desaforado contra el atropello y la injusticia a la que era sometido gritando; ¡¡que yo soy El Tito de Arriate, amigo del obrero valiente y enemigo del terrateniente fascista!!.

Un buen día en el que el Tito andaba con una copita de más y se dedicaba a molestar a la tranquila clientela del bar, Domingo se vio en la obligación de echarlo a la calle, que pienso yo que muy pesado se tuvo que poner el arriateño para que Domingo actuara de esa manera. El caso es que echándolo por la puerta de la Calle Ronda el borrachín vuelve a entrar al bar por la puerta de la Parada ante la extrañeza del personal.Tranquilo aunque indignado, el Tito se queja de los malos modos y el genio del dueño del bar de al lado, a lo que el bueno de Domingo le interpela: Desde luego que si, que ese hombre del bar de al lado es un malaje. Ande, entre usted en este bar que aquí le atenderemos con gusto. Muy posiblemente hasta le invitara a uno de sus famosos cafés.
De cafés buenos que decir que no sepamos todos los que los probamos, que tenían fama hasta fuera del pueblo y que eran el orgullo de Domingo; cargaditos, muy cargaditos, capaces de resucitar a un muerto, y si no que se lo pregunten al Chamusquino, que por vivir en la Campiña y carecer de vehículo, sólo se llegaba al pueblo una vez en semana y se tomaba siete cafés de un tirón, uno por el día presente y los otros seis por el resto de la semana en que no pudo tomarlos. Quizás Domingo fuera un poco exagerado, pero él contaba estos sucesos como algo normal y corriente, cosas que pasan en el día a día.
Tenía este bar un cliente asiduo muy desastrado y malhumorado, que por corto de vista vendía cupones de la Once. De vez en cuando este vendedor, alto y corpulento, también se abandonaba en brazos de Baco y liaba la marimorena en la barra, y Domingo, hombre poco dado a la violencia, cerraba las ventanas y apagaba las luces, con lo que el cuponero no podía ver nada y se quedaba desvalido como un cachorrillo. Entonces suplicaba a Domingo que encendiera las luces y le prometía que se portaría bien. Mas sabe el diablo por viejo que por diablo.

Después de algunos años, destinado en otro pueblo, el vendedor de cupones regresó a Setenil con un porte aseado y elegante, operado de la vista y de los brazos de una guapa mujer. Desahogado del lastre de las dioptrías, se llegó a saludar a su amigo con el que divertido recordaba lo mal que lo pasaba cuando le apagaba la luz y todo quedaba en tinieblas.

Dejo para otra ocasión el asunto de la máquina de pistachos, en la que intervinieron dos buenos amigos y cuya escenificación está en proceso de corrección y autorización, faltaría más. Crimen y castigo podría ser un buen título para esa entrada, pero no adelantemos acontecimientos.
Como ustedes ya habrán comprobado, el bueno de Domingo es un personaje inevitable y reiterativo de este blog, porque como ya dijimos en otras entradas, es una persona entrañable para varias generaciones de setenileños que frecuentábamos su casa. Suyas son muchas de las anécdotas más celebradas y comentadas en cualquier reunión, y en esta entrada de hoy me he propuesto contar algunas de ellas. Sirvan estas líneas de homenaje para nuestro amigo.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Una imagen para la posteridad

De Vuelta 2010
Desde luego que el paso de la Vuelta Ciclista a España por Setenil quedará en la memoria, no sólo por los testimonios de los que hemos tenido la suerte de verlo en directo, sino por las retransmisiones y las innumerables imágenes que tenemos del evento.
Aquí va una de ellas: la carrera inicia la subida de la Variante para entrar en Setenil, al fondo los sobrecogedores tajos del Chorrero, y alguna choza de pastor con las paredes blancas bajo las rocas. Una imagen que representa a todas luces algunas de las peculiaridades de nuestro pueblo y que bien podría servir de cartel.
La autora; Lina Marín Villalón, la reportera más molonga y dicharachera de Setenil.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Diccionario Setenileño (7): Todo atado y bien atado

Una yunta de mulas, aparejados con una coyunda
De cuerdas y ataduras va la entrada de hoy, con la presentación de una serie de palabras que aunque en general vienen a significar lo mismo, en el diccionario aparecen con una serie de matices que las diferencian, por lo que no se podría hablar de sinónimos. Nos referimos a las tan socorridas sogas, maromas, hiscales, tomizas y demás artilugios tan usados para las labores agrícolas en el mundo rural, aunque su utilidad es innegable en cualquier actividad cotidiana.
Poco usado ya este palabro en Setenil, tomiza [del latín thomix] viene a significar cuerda o soguilla de esparto, algo así como el socorrido hiscal, cuerda de esparto de tres ramales, tan útil en el campo. Recuerdo a un viejo labrador que decía que siempre llevaba consigo una pequeña navajilla y un manojo de hiscalillos con los que no había avería ni desaguisado que se le resistiera. En un mundo tan complejo como este en el que nos ha tocado vivir, donde ya nada se reutiliza ni se repara sino que se cambia la pieza entera o se repone el cacharro por uno nuevo, resulta conmovedor comprobar como con tan elementales artilugios un hombre era capaz de arreglar un problema eléctrico, un grifo roto o ajustar el carburador o cualquier manguito que había quedado suelto en su viejo Renault 4L.
De más entidad y consistencia son la maroma [del árabe hispánico mabrúmah], cuerda gruesa de esparto, cáñamo u otras fibras vegetales o sintéticas, y coyunda [del latín coiungula], correa fuerte y ancha de cáñamo con el que se uncen los bueyes, y aquí es donde queríamos llegar, porque a parte de la indudable importancia que estos utensilios tuvieron para la agricultura, gruesas y resistentes debieron de ser las maromas que las traíllas de escaladores engancharan en los salientes de los tajos setenileños para subir hasta la fortaleza, allá cuando los cristianos intentaban una y otra vez la conquista de la villa a los moros, como ya contamos en aquella entrada sobre la vida en la frontera:
"Ya por el 1481, el Duque de Cádiz envía a Setenil escaladores, una tropa de élite especializada en la toma de escarpadas fortalezas por sorpresa y que se hicieron famosas en Alhama y Zahara, pero que en el intento de tomar Setenil la cagan, según cuenta Bernáldez en su crónica: [...] e tomar Setenil si no fuera por la cobardía de los escuderos que los envió a escalar [...]. Y me imagino yo a estos pobres escaladores tajo arriba, y los moros lanzándoles recios bollanos de piedra caliza desde El Lizón. Encima la guasa del cronista que les llama cobardes. A este Bernaldez, Cura de los Palacios, me hubiera gustado verlo subir por la maroma".
(Setenil Rural.18 de Febrero de 2009)
La coyunda forma parte además del escudo de Setenil, junto con el yugo, más como emblema de Los Reyes Católicos que como imagen representativa de la conquista, ya que si atendemos a este criterio, una bombarda italiana sería el elemento que identifica la toma de Setenil por Isabel y Fernando. Queda por tanto clara la vinculación de nuestro escudo al símbolo real, emblema por otra parte de claras connotaciones agrícolas y castellanas, como se contaba en una entrada de este blog de Octubre del año pasado y cuyo enlace pasamos abajo.
Para saber más:
La vida en la frontera. Setenil Rural